Inteligencia Emocional en la Empresa

Dicen que para que se establezca de forma estable un clima positivo y estimulante en el ámbito de la empresa, es fundamental contar, especialmente en los cargos directivos, con personas que junto con una buena formación intelectual y técnica, tengan también, un buen nivel de competencias emocionales.

El arte de la influencia en el ámbito empresarial consiste en tener en cuenta las emociones de los demás. Cada uno de nosotros influye de forma positiva o negativa en el tono emocional de los que nos rodean.

Profesionales brillantes por su expediente académico, debido a su incompetencia emocional, pueden mostrarse ariscos y torpes en sus relaciones con los demás, y debido a su tosquedad y escasa empatía, generan a menudo, un ambiente negativo y poco gratificante en el entorno laboral en el que desempeñan sus funciones.

Existen personas en el mundo laboral que carecen de la motivación suficiente para incrementar sus conocimientos profesionales y mejorar en su empleo. Con esta actitud se hacen incapaces de trabajar en equipo y dejan de esforzarse para aumentar el nivel en el desempeño de su trabajo

Los grupos que no comparten vínculos emocionales se estancan, funcionan mal o se desintegran. Es lo que se llama la disolución del "espíritu del grupo".

La falta de empatía en los dirigentes, se intenta suplir mediante la afirmación de un autoritarismo rígido y distante. A menudo los trabajadores se quejan de la escasa comunicación que mantienen con sus jefes. 


El buen jefe sabe autocontrolarse, mostrarse sereno y diluir cualquier tensión que se presente. Para ello precisa de una autoridad no coactiva, sino moral, emanada de su prestigio humano y profesional.


Según el modelo de la Inteligencia Emocional, nuestro nivel emocional no está predeterminado genéticamente, sino que mediante el aprendizaje, especialmente en la infancia, se puede desarrollar a lo largo de la vida. En cambio el Cociente Intelectual, se desarrolla hasta los 10 años, y a partir de esta edad apenas puede modificarse.

El "Principio de Peter" afirma que los trabajadores se ven promocionados hasta alcanzar su máximo nivel de su incompetencia. El modelo de la IE se identifica plenamente con este principio, puesto que corrobora la necesidad de las competencias emocionales, especialmente en la capacidad de relación y empatía con los demás.







































Ocurre a menudo que un empleado con conocimientos científicos, destrezas técnicas o cualidades administrativas, se le asciende de categoría fundado en su buen hacer profesional.
En el nivel al que ha sido ascendido debe dirigir a trabajadores que antes eran sus iguales, pero por su escasa preparación psicológica y emocional para estos menesteres de liderazgo, no sabe abordar adecuadamente esta nueva responsabilidad.

De ser un profesional competente en el anterior cargo en el que desempeñaba su trabajo, pasa a ser un profesional incompetente en el nuevo lugar que ocupa. Se ha cometido el error de pensar que la destreza singular en un determinado nivel, supone sin más, la capacidad superior del liderazgo.

Hay directivos que por desconfianza consigo mismos, precisan de un constante reconocimiento ajeno, permanecen obsesionados por las apariencias y la necesidad de parecer casi perfectos.

Una muestra de autoconfianza , es aceptar un reaprendizaje constructivo, crítico y sincero de lo que estamos haciendo, especialmente cuando se trata de aspectos que debemos mejorar..

La profesión debe ser un acicate para aprender continuamente, estar en contacto con la realidad y mantenerse al día en todos los aspectos profesionales.




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