¿Cada maestrillo tiene su librillo?

Cada maestrillo, tiene su librillo. Es verdad. Pero a diferencia de quién construye con sus herramientas una mesa de madera, o realiza una tabla en Excel en sus labores profesionales, (con todo el respeto y cariño a los artesanos de la madera y al personal administrativo) cuando se trata de actividades terapéuticas o de ayuda a la salud de las personas, el refrán conlleva sus riesgos.

Las intervenciones terapéuticas, sean cuales sean, y en especial las psicológicas y psicopedagógicas, por la parte que me toca, no son un espacio para realizar experimentos, tampoco un sitio dónde buscar gratificaciones personales que inflen nuestro ego o cubran nuestras carencias afectivas o sociales. No lo son, ni lo deberían ser. La bibliografía sobre los efectos iatrogénicos de malas terapias o malos profesionales es extensa, y el daño producido, en ocasiones, irreparable.

Las personas que recaen en nuestras manos se merecen un trabajo serio y profesional, sin pérdidas de tiempo, los amigos y familiares los tienen ya fuera del espacio de terapia. Y como profesionales, lo mínimo que podemos hacer en molestarnos en averiguar cuál es la mejor manera de ayudar a las personas que nos brindan su preciado tiempo, inquietudes y miedos. Y cuando se trata de pacientes niños y adolescentes, la obligación se vuelve imperativa, incluso denunciable en caso contrario. Los Colegios Profesionales deberían velar por ello.


Por eso los profesionales disponemos de excelentes revisiones en castellano que advierten de los tratamientos más  eficaces para los trastornos infanto-juveniles más comunes. Por ejemplo, el tercer volumen de la “Guía de Tratamientos Psicológicos Eficaces”, dedicado a la infancia y adolescencia, coordinada por un grupo de expertos de la Universidad de Oviedo; o la “Guía para la Elección de Tratamientos Psicológicos Efectivos de los profesores Labrador, Echeburúa y Becoña, que recomienda las intervenciones eficaces para diferentes trastornos en niños, adolescentes y adultos.


Establecer científicamente la eficacia de los tratamientos psicológicos en niños y adolescentes mejora la práctica clínica. Aplicar los tratamientos que funcionan, es decir, aquéllos que han probado experimentalmente su eficacia, supone una reducción del gasto sanitario y sobre todo una mejor atención psicológica. Es nuestra obligación proporcionar al niño o adolescente el tratamiento más adecuado para solucionar su problema, ya que de ser así la mejoría es más rápida y las recaídas menos frecuentes. Afortunadamente, disponemos hoy en día de procedimientos psicológicos que han demostrado ser eficaces. Entre ellos, la terapia cognitivo-conductual cuenta con gran evidencia acumulada y destaca por ello como tratamiento de elección en la mayoría de los problemas infanto-juveniles. Así nos lo cuenta Mireia Orgilés, que es profesora titular del Área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad Miguel Hernández de Elche,  en su artículo “TRASTORNOS PSICOLÓGICOS EN NIÑOS Y ADOLESCENTES: LOS TRATAMIENTOS QUE FUNCIONAN” publicado en Infocop, la revista editada por el Consejo General de la Psicología de España.

 La autora manifiesta que el gran número de técnicas de intervención terapéuticas disponibles no justifica la aplicación de cualquiera de ellas, sino que debemos elegir el tratamiento que mayor evidencia haya demostrado. Ofrecer atención psicológica a niños y adolescentes no es, por tanto, suficiente; es necesario proporcionar el mejor tratamiento, aquél cuya base experimental pueda garantizar su eficacia. Y las investigaciones científicas concluyen lo siguiente:


 Depresión infanto-juvenil

-          En niños la terapia de conducta es la única intervención bien establecida, siendo el programa de tratamiento cognitivo-conductual Action, desarrollado por el profesor Stark de la Universidad de Texas, el más recomendable con un nivel de eficacia medio-alto. Incluye entre sus componentes aprendizaje de: 


- habilidades de afrontamiento, 
- resolución de problemas, 
- establecimiento de expectativas realistas y
 - restructuración cognitiva de los pensamientos negativos como procedimientos para reducir los síntomas de la depresión.

-           En adolescentes, el tratamiento de elección es el programa Adolescent Coping with Depression Course de los profesores Clarke, Lewinsohn y Hops del Oregon Research Institute, dirigido a que jóvenes de 14 a 18 años aprendan habilidades para superar la depresión. Entre sus componentes, destacan:


- técnicas de resolución de problemas, 
- habilidades sociales y de comunicación, 
- relajación, 
- actividades agradables, y
-  reestructuración cognitiva para el cambio de los pensamientos irracionales negativos.

-           El programa Emoción- Acción-Cognición para la depresión infantil del profesor Méndez de la Universidad de Murcia comparte componentes con el programa Action de Stark, entre ellos:


- el entrenamiento en habilidades sociales y
- la restructuración cognitiva, técnicas que han mostrado eficacia elevada en numerosos estudios controlados.

Trastornos de ansiedad en la infancia y adolescencia

La terapia cognitivo-conductual es para los trastornos de ansiedad infantiles y juveniles el tratamiento de primera elección.

Para la fobia social, se recomienda el programa Cognitive Behavioral Group Therapy for Adolescents, desarrollado por el grupo de investigación liderado por la profesora Albano de la Universidad de Columbia en Nueva York, y que está compuesto por:
- una fase educativa, 
- reestructuración cognitiva, 
- entrenamiento en habilidades sociales, 
- exposición, 
 -entrenamiento en solución de problemas y
-  prevención de recaídas.

Para las fobias específicas, han probado una elevada eficacia el modelado participante, la desensibilización sistemática en vivo y la práctica reforzada, tratamientos que comparten como principio activo la interacción gradual en vivo del niño o adolescente con los estímulos temidos.

Para la ansiedad por separación y ansiedad generalizada se recomiendan los programas de tratamiento Coping Cat, desarrollado por el profesor Kendall de la Temple University de Filadelfia, y FRIENDS de la profesora Barrett de la Universidad de Queensland en Australia, que incorpora además trabajo con las familias.




Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad

Para la hiperactividad infantil es la terapia combinada de intervención conductual y fármacos la que obtiene los mejores resultados. La medicación disminuye la inquietud, impulsividad y nivel de actividad del niño. La intervención conductual mejora la atención y el rendimiento académico, reduce la actividad motora excesiva y mejora la adaptación social. El entrenamiento de padres y la modificación de conducta en el aula son los procedimientos conductuales que mejores resultados han obtenido con niños hiperactivos, y suelen aplicarse como parte de programas multicomponentes junto con otras técnicas como el entrenamiento en autoinstrucciones o la resolución de problemas.



Trastornos de la eliminación: enuresis

Para la enuresis nocturna el método de la alarma es el tratamiento de elección y cuenta con numerosos estudios controlados metodológicamente que apoyan su eficacia. El entrenamiento en cama seca también se considera un tratamiento bien establecido, pero su complejidad y las elevadas demandas familiares que son necesarias para su aplicación lo sitúan como alternativa terapéutica al método de alarma.


                Como vemos no hay excusas, otros compañeros y compañeras ya han realizado el trabajo. Si en lugar de profundizar sobre los mejores tratamientos para tus pacientes, decides aplicar las mismas actividades que repites una y otra vez, porque son las que conoces obligando a los pacientes a adaptarse a lo único que tú conoces o que a ti te gusta …….


¿Crees que estás haciendo el mejor trabajo qué puedes?


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