¿Cada día entiendes menos los comportamientos de tu pareja? ¿Somos realmente tan diferentes los hombres y las mujeres?


En el año 2006 la neuropsiquiatra americana Louann Brizendine publicó su libro El Cerebro femenino donde explicaba que el comportamiento de las mujeres es diferente al de los hombres debido a sus diferencias hormonales. El psicólogo Daniel Goleman, gurú de la Inteligencia Emocional, comentó sobre el libro que era “una guía fresca e iluminadora sobre las mujeres, y una lectura indispensable para los hombres”.

Los resultados de las investigaciones nos revelan que todo cerebro empieza como cerebro femenino. Sólo se vuelve masculino ocho semanas después de la concepción, cuando el exceso de testosterona (el rey de las hormonas masculinas) disminuye el centro de comunicación, reduce el córtex de la audición y hace dos veces mayor la parte del cerebro que procesa el sexo. 

Sobre el cerebro de las mujeres se concluye que su hipocampo (estructura cerebral implicada en la memoria) es mayor, igual que los circuitos cerebrales para el lenguaje y la observación  de las emociones de  los demás. (Las mujeres expresan mejor las emociones y recuerdan mejor los detalles de acontecimientos emocionales). Además su cerebro posee una sobresaliente agilidad mental, habilidad para involucrarse profundamente en la amistad, capacidad casi mágica para leer las caras y el tono de voz en cuanto a emociones y estados de ánimo, y una gran destreza para desactivar conflictos. La autoestima femenina se basa en su capacidad para conservar relaciones afectuosas con el prójimo, ya que las mujeres emplean ambos lados del cerebro para responder a las experiencias emocionales, mientras que los hombres sólo un lado. 

Un ejemplo biológico: las monas Rhesus aprenden a vocalizar mucho antes que los machos y usan cada uno de los diecisiete tonos vocales de su especie durante todo el día y siempre para comunicarse entre sí. En cambio, los monos Rhesus machos aprenden sólo de tres a seis tonos y, en cuanto son adultos, dejan pasar días y hasta semanas sin vocalizarlos en absoluto. ¿Os suena familiar? 

Entrevista  a la neuropsiquiatra Louanne Brizendine en Redes (TVE):

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